El día en que me recitaron este poema tomé siete chelas, fumé algunos hamiltons y otras especies del bosque, comí exageradas cantidades de papa frita, un pollo que más bien parecía un pterodactilo a la plancha con queso y salí invicta, lo registro como un caso extraordinario ya que dejé de tener el organismo de Charlie Sheen pasada la adolescencia. También vi el fútbol Perú contra Argentina de eso prefiero decir que disfruté más la compañía y la idea de recordar los versos hasta el día siguiente. Hoy también registro tal poema que hasta el momento se ha venido pasando de boca en boca creo ser la primera en hacerlo tangible y posible para el quien lo encuentre. Cabe recalcar que se creía en un principio un poema de Luis Hernández finalmente su biógrafo confirmó que no era suyo a la persona que tuvo la gentileza de recitármelo ese día, un recuerdo suyo como regalo.
Ahora debo ir a buscar hongos mágicos pero volveré pronto, cambio y fuera.
Ahora debo ir a buscar hongos mágicos pero volveré pronto, cambio y fuera.
Frente a mí
una suicida
sus ojos son azules
la orina que emana de la sonda es escarlata.
Veme, dice.
Entre todas las cosas yo elegí el suicidio.En los corredores desierto cae la noche,
la joven a bebido sublimado corrosivo
tan solo para detener el tiempo
el tiempo que fue.
Oh muerte!
Mercurio!
Hidrarjirió.
Río Argento! oh! río argento!(Anónimo o tal vez no, nunca lo sabremos)