Incluso entre mis sueños, en donde a veces no tengo participación o voluntad alguna. Tiendes a ser una alfombra que me envuelve infinito en un marco lejano a mi propio advertimiento, de absurdo y tristeza. Siempre habrá también un interlocutor que con el filo de su coherencia de pronto me encuentra y me dice: No tiene sentido.