miércoles, 18 de septiembre de 2013

Reina la perversión, la soledad clandestina, la mentira algodonada del hombre, el hombre sereno y algodonado, relleno de miles y confundidas versiones de sí mismo, suele creerse uno solo en horas de la madrugada, en horas de esta vida, pero no es más que una queja silenciosa acerca de nuestro propio artificio. Nos preceden sucesos profundos pero también y en la misma medida las cosas más ignoradas e invisibles. El sufrimiento se yergue ante la imposibilidad de las cosas simples, ante la observación simple de las cosas.
¿Qué sombra no contrapone una pared por más oculta? y ¿qué hombre no impetra la vida por más calmo que mece su alma?