¿Habré recuperado más que fuerzas en las combis?, No, mientras me llevaban a la habitualidad se me partía la parietal y a la par el tórax se cerraba. ¿Te acuerdas como se rompían los resortes de mi cuerpo?, su calor retenido y absorto de todas esas caras aparentando ser reales, preguntándome si lo producía la música experimental o el simple hecho de verme parecida a una llanta corriendo y balanceándose sin deceso por las veredas, no es difícil explicarlo como difícil es explicar ver siempre asomar tu rostro inocuo, de una demencia pletórica por un agujero extraído talvez por el tiempo, no puedo reconocer la pared en que descansa ese recuerdo, mis dedos se arrugan, me angustio, en la brutalidad de mi salvajismo eres más ya que una simple ventana de papel impreso puesta en mi pared, tus dedos me recuerdan mi poca fertilidad con un cuaderno y un lapicero; y tus ojos mi propia ausencia, mi boca a punto de arrojar todas tus poesías selectas y hasta las tablas de multiplicar, Tú que me lees de principio a fin, me pregunto si cuando termine todo seré yo misma de nuevo, no, pero tú seguirás ahí en el lado frío escrutándome, con el dedo apuntado, preguntando y diciéndome en lo incierto – (¿ Y vos, como andás? ¡Ay osita de un solo poema, mi particular foránea, Ni aunque vos misma te des la cara, la lengua, el pelo y lo completes con las uñas y los dedos. No sirve esta manera de sentir.) - ¿Y que otra manera de sentir puede servir?, pero claro que tú tampoco lo sabías, ya que tampoco en lo general aceptabas las cosas tal y como eran dadas, de ahí tu itinerario de millones de cosas, y yo soy un itinerario más que se divide en dosis, una serie de trípticos que no pueden leerse, una cantidad de sinónimos que ni yo misma entenderé.

(Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará.)
Julio Cortázar
2 comentarios:
Lobo
Nunca existió Lobo alguno como el Sr. Cortázar
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