viernes, 5 de octubre de 2012

He despertado con la primera inundación de los exocétidos. Vuelan a mi alrededor y se suspenden por horas frente al espejo. Luego de su descubrimiento tratan de multiplicarse pero solo forman una escena Magrittesca, su alegría y su intento forzado de permanecer en ese periquete matutino que mi cerebro maquina perece.

Más tarde crece tierra y yerba en mis pies, mi angustia me conduce al diminuto riachuelo que alberga peces que duermen de un solo lado. ¿Qué será de ellos si me desbordo como un río? si dentro de mi el sol y el viento mueren. La cruel cascada
¿se romperán contra mi las piedras?.

Antes de ser lo que soy fui un animal de caza pero siempre indómito, comía moráceas y desangraba como un venado tiznando el bosque, el tibio olor dejaba que me perpetuara en él sin ser conquistado, limpiaba mis cuernos al pie de un árbol y dormía opnipotente noche tras noche en la vegetación.

Antes de ser lo que soy fui un animal de caza, podía desaparecer entre los pinos.

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