Ayer con Puchinini cantamos esta, llenos de alegría junto al brote de las nuevas plantas y al flaco que también crecía, quien de seguro pensaría que nuestras risas como nuestra voz no le hacía justicia a tan bonita canción, sin embargo, ya nos veía con desconcierto sobarnos los ojos, secando los males de la carne, llenar la casa de una tranquilidad que no es el silencio sino más bien la estridencia, la mueca fea y el dolor de panza.
Dicho sea de paso Puchinini me hace recordar mucho a Miguel Abuelo a sus gestos mientras toma la guitarra y la vida a modo de llevar casi todo a nivel de poesía y comedia pero un letargo en sus ojos que te avisan de que emprende un viaje duro sin el mínimo deseo de ser previsivo, en medio del más querido él te advierte una distinta lejanía.
♫ tu sonrisa suena por el aire
como el niño que se muere o la alegría de un tambor ♫
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